Biografía:
Federico Moccia (Roma, Italia, 11 de
noviembre de 1963) es un escritor
italiano, autor de varias novelas de éxito que, a su vez, se han adaptado al
cine. Trabajó previamente como director y guionista de programas de televisión hasta conseguir éxito en el mundo
literario.
Este italiano, hijo de Giuseppe Moccia, vivió
una infancia ligada al mundo del cine gracias a su padre, que fue guionista en
varias comedias italianas de los años 70 y 80.
Se inició en el mundo laboral de su padre a los 19 años como ayudante del
director de Attila flagello di Dio (1982). Cinco años más
tarde dirigió su primera película, Palla al centro, pero la falta de
éxito que tuvo provocó que Moccia escribiera guiones y dirigiera diversas
series.
En 1992 escribió A tres metros sobre el cielo (Tre Metri Sopra il Cielo), su
primera novela, la cual fue rechazada por varias editoriales y decidió costear
una pequeña edición en la editorial Il Ventaglio.
Nuevamente
sin éxito, en 1996 escribió y dirigió la película Classe
mista 3A y volvió al mundo
de la televisión. En 2004, doce años después de
su primera edición, Tres metros sobre el cielo se reeditó, fue todo un éxito de
ventas e incluso la historia fue
adaptada al cine. El libro, que recibió varios premios, se tradujo a varios
idiomas y fue publicado en toda Europa, Brasil y Japón.
En 2006 publicó Tengo ganas
de ti (Ho Voglia di Te), secuela de la
anterior novela, con la que obtuvo tanto éxito que se decidió, de nuevo,
adaptarla al cine. Algo similar ocurrió con Perdona si te llamo amor (Scusa ma Ti Chiamo Amore) (2007), cuya secuela es Perdona
pero quiero casarme contigo (2009) (Scusa ma Ti Voglio Sposare) cuyo
estreno fue en 2010.
Argumento:
Tancredi
es uno de los hombres más ricos del mundo. Joven, apuesto y brillante, es
incapaz de entregarse al amor por culpa de un terrible incidente ocurrido años
atrás. Sofia era una joven promesa del piano, hasta que una estúpida discusión
con su novio Andrea cambió su vida para siempre. Alegre y soñadora, decidió
aparcar su carrera y sus sueños para cuidar de Andrea, en silla de ruedas tras
aquella fatídica noche. Tancredi y Sofi a. Dos mundos diferentes, opuestos,
como el día y la noche, se verán unidos, al fin, por el destino.
Fragmento:
"–Perdone...
Fabrizio levantó el rostro del plato. No esperaba a nadie.
Roberta también dejó de comer.
Esto es para la señora. –Y le tendió una preciosa flor, una orquídea salvaje jaspeada encerrada en una caja cubierta de celofán y acompañada de una nota–. Y esto es para usted, doctor De Luca.
Fabrizio cogió el sobre que sujetaba el camarero. Le dio la vuelta con curiosidad. No iba dirigido a nadie. En aquel instante Roberta abrió la nota: «¿En serio me quieres?». La mujer levantó rápidamente la mirada y se encontró con la de Tancredi. Él acabó de servir el vino blanco y la miró fijamente mientras levantaba la copa como brindando desde lejos. Luego lo probó. Estaba a la temperatura perfecta.
–Sí, es un Chablis excelente.
A poca distancia, en la otra mesa, Fabrizio De Luca palideció de pronto. Había abierto el sobre. No podía creer lo que veían sus ojos. Contenía unas fotografías que no dejaban lugar a duda: eran de su mujer, Roberta, tomada por otro hombre en las posturas más atrevidas y violentas. En las instantáneas se veía el colgante que él le había regalado en su décimo aniversario de boda, lo cual confirmaba que eran imágenes recientes. Aquello había ocurrido a lo largo de las últimas semanas, puesto que hacía sólo un mes que se lo había regalado.
Fabrizio De Luca le mostró las fotos a su mujer y, antes de que ella pudiera recuperarse del estupor, le asestó una violenta bofetada en pleno rostro. Roberta se cayó de la silla. Giorgia y Mattia se quedaron inmóviles, en silencio. Entonces Giorgia empezó a llorar. Mattia, más fuerte, continuó boquiabierto.
–Mamá... mamá...
No sabía qué hacer. Los dos niños la ayudaron a levantarse. Fabrizio De Luca cogió unas cuantas fotos –seguramente a los abogados les resultarían útiles en el juicio de separación– y luego se marchó bajo las miradas atónitas de los socios del club.
Roberta intentó consolar a Giorgia.
–Venga, cariño, no pasa nada...
–Pero ¿por qué ha hecho eso papá? ¿Por qué te ha pegado?
Entonces una foto cayó de la mesa. Giorgia la recogió.
–Mamá... ¡ésta eres tú!
Roberta se la arrancó de las manos y, con las lágrimas resbalándole por el rostro, se la metió en el bolsillo de atrás de los vaqueros. Después cogió a Giorgia en brazos y a Mattia de la mano y empezó a caminar, vacilante, mientras todos la observaban. En la mejilla, marcados en rojo, llevaba los cinco dedos estampados en la piel. Cuando llegó a la mesa de Tancredi, se detuvo.
Davide se sentía incómodo. Roberta estaba de pie frente a ellos, en silencio. Las lágrimas seguían surcándole la cara sin que pudiera contenerlas.
Mattia no podía entenderlo. Le tiró del brazo.
–Mamá, pero ¿por qué lloras? ¿Por qué te has peleado con papá? ¿Se puede saber qué pasa?
–No lo sé, cariño. –Entonces miró a Tancredi–. Dímelo tú.
Él permaneció en silencio. Cogió la copa y tomó un sorbo de vino. Después se secó los labios con la servilleta y, lentamente, se la colocó de nuevo sobre las piernas.
–Quizá te estuvieras cansando de la felicidad. Cuando la vuelvas a encontrar, sabrás apreciarla."
Fabrizio levantó el rostro del plato. No esperaba a nadie.
Roberta también dejó de comer.
Esto es para la señora. –Y le tendió una preciosa flor, una orquídea salvaje jaspeada encerrada en una caja cubierta de celofán y acompañada de una nota–. Y esto es para usted, doctor De Luca.
Fabrizio cogió el sobre que sujetaba el camarero. Le dio la vuelta con curiosidad. No iba dirigido a nadie. En aquel instante Roberta abrió la nota: «¿En serio me quieres?». La mujer levantó rápidamente la mirada y se encontró con la de Tancredi. Él acabó de servir el vino blanco y la miró fijamente mientras levantaba la copa como brindando desde lejos. Luego lo probó. Estaba a la temperatura perfecta.
–Sí, es un Chablis excelente.
A poca distancia, en la otra mesa, Fabrizio De Luca palideció de pronto. Había abierto el sobre. No podía creer lo que veían sus ojos. Contenía unas fotografías que no dejaban lugar a duda: eran de su mujer, Roberta, tomada por otro hombre en las posturas más atrevidas y violentas. En las instantáneas se veía el colgante que él le había regalado en su décimo aniversario de boda, lo cual confirmaba que eran imágenes recientes. Aquello había ocurrido a lo largo de las últimas semanas, puesto que hacía sólo un mes que se lo había regalado.
Fabrizio De Luca le mostró las fotos a su mujer y, antes de que ella pudiera recuperarse del estupor, le asestó una violenta bofetada en pleno rostro. Roberta se cayó de la silla. Giorgia y Mattia se quedaron inmóviles, en silencio. Entonces Giorgia empezó a llorar. Mattia, más fuerte, continuó boquiabierto.
–Mamá... mamá...
No sabía qué hacer. Los dos niños la ayudaron a levantarse. Fabrizio De Luca cogió unas cuantas fotos –seguramente a los abogados les resultarían útiles en el juicio de separación– y luego se marchó bajo las miradas atónitas de los socios del club.
Roberta intentó consolar a Giorgia.
–Venga, cariño, no pasa nada...
–Pero ¿por qué ha hecho eso papá? ¿Por qué te ha pegado?
Entonces una foto cayó de la mesa. Giorgia la recogió.
–Mamá... ¡ésta eres tú!
Roberta se la arrancó de las manos y, con las lágrimas resbalándole por el rostro, se la metió en el bolsillo de atrás de los vaqueros. Después cogió a Giorgia en brazos y a Mattia de la mano y empezó a caminar, vacilante, mientras todos la observaban. En la mejilla, marcados en rojo, llevaba los cinco dedos estampados en la piel. Cuando llegó a la mesa de Tancredi, se detuvo.
Davide se sentía incómodo. Roberta estaba de pie frente a ellos, en silencio. Las lágrimas seguían surcándole la cara sin que pudiera contenerlas.
Mattia no podía entenderlo. Le tiró del brazo.
–Mamá, pero ¿por qué lloras? ¿Por qué te has peleado con papá? ¿Se puede saber qué pasa?
–No lo sé, cariño. –Entonces miró a Tancredi–. Dímelo tú.
Él permaneció en silencio. Cogió la copa y tomó un sorbo de vino. Después se secó los labios con la servilleta y, lentamente, se la colocó de nuevo sobre las piernas.
–Quizá te estuvieras cansando de la felicidad. Cuando la vuelvas a encontrar, sabrás apreciarla."
Comentario:
Es que el libro te engancha y te da ganas de leer con rapidez,
para ver en que va a acabar toda la historia…
Aunque hay momentos que se hace un poco pesado.
El final me decepciono bastante, me supo a poco..
Aunque hay momentos que se hace un poco pesado.
El final me decepciono bastante, me supo a poco..
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