Bibliografía
Delphine Bertholon nació en Lyon (Francia) en 1976 y actualmente reside en París, donde trabaja como guionista. Ha publicado tres novelas, de las que sólo Nunca olvides que te quiero ha sido traducida al español, y con la que ha obtenido en Francia el reconocimiento unánime de la crítica y el público.
Argumento
Madison tenía 11 años cuando fue secuestrada. Es una niña viva, alegre y divertida que desde muy pequeña ha desarrollado una fuerte personalidad, repleta de imaginación y creatividad, y que incluso en esta situación dramática, encerrada en la casa de su secuestrador no pierde el optimismo.

Durante los casi 5 años que dura su encierro, se desahoga escribiendo sin censura en un cuaderno que es su gran vía de escape y la única posibilidad de sentirse libre; describe al detalle sus sensaciones, la añoranza de sus seres queridos, su sorpresa por el gradual paso a la adolescencia... y todas las mil y una extravagancias que se le ocurren.
Léonore, la madre de Madison, intenta sobrellevar la ausencia de su hija escribiéndole cartas diariamente en las que le cuenta todo lo que pasa en la familia: sus esperanzas y penas, la muerte del abuelo, cómo su gato la echa de menos y algunas novedades acerca de Stanislas, el profesor de tenis de quien Madison estaba enamorada. Un joven que busca ser amado a cualquier precio aune en realidad dno sabe sidrfutar de su libertada.
Una novela magistralmente narrada a tres voces que convierte un trágico suceso en una historia cargada de humor y emoción, que aptrapa al lector y le inviita a una reflexión sobre el amor, la libertad y la esperanza. Una novela que nos recuerda que la capacidad de ser feliz es también un estado del alma.
Fragmento
Pero no se enfadó, acercó su mano a mi pelo. Lo acarició, como para peinarme. Sé que le gusta mucho mi pelo y veo cómo lo mira: según él, mis cabellos parecen "plumas de pájaro exótico". Nunca los había acariciado así, pero curiosamente no me molestó mucho.
- Es la primera vez que te veo al despertar...
- Sí, ¡y espero que sea la última! -respondí echándome hacia atrás para que apartara la mano-. Porque no tiene ninguna gracia que te apunten en la cabeza con un fusil mientras duermes, no sé si me explico.
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